martes, 12 de abril de 2016

Desde que viniste a por mis piedras CAPITULO 6

Cuando la princesa pudo salir de su asombro y aun sin soltar a sebastían, sonrió, no podía para de reír, y aunque las preguntas de su cabeza no la dejaban pensar, eran preguntas buenas, de querer saber mas, y  mas y sentir que ahora todo podía ir a mejor.
Vamos a sentarnos y te lo contamos mejor ¿ te parece? dijo Sebastian casi sin poder respirar de los apretones de la princesa. Entonces se sentaron.
Todo empezó el día que tu abuelo visitó el castillo de nuestros padres. - empezó contando Sebastian.
Ese día yo estaba arreglando los caballos cuando lo vi entrar, ya que mi vida en mi castillo es la zona de el servicio porque a mis padres no les parece humano el tener un ojo de cada color, puedo ver quien entra y quien sale de el a diario. Ese día vino con una señora, algo extraña y con el aspecto de no ser muy buena persona. El servicio la ayudo a bajar de su caballo y ella se quejo bastante de que la tocaran. Pude escuchar un poco de su conversación, algo que me llamo mucho la atención, Tu abuelo recriminaba a la mujer que tu tamaño fuera tan pequeño por sus brujerías y esta le dijo algo que al principio no pude entender, decía que ella a ti no te había hecho nada mas que darte una lección mientras que el estaba demasiado preocupado por casarte que por educarte. Tu abuelo le recordó que si nadie se casaba contigo no podrían heredar la fortuna de tu padre fallecido, que dejo escrito que cuando cumplieras los 18 y te casaras por amor verdadero te darían lo que es tuyo, El ambicioso de tu abuelo lo quería ya, pero que menguaras de tamaño le ponía muy nervioso.
La señora venia acompañada de un hombre mayor y algo siniestro, que andaba al lado de su caballo constantemente, tu abuelo subió primero y ellos quedaron un rato mas en las caballerizas. Intente escuchar un poco mas de la conversacion y aunque el hombre tenía una voz un poco ronca y bajita pude intuir mas o menos lo que estaban diciendo, dijeron tu nombre un par de veces solo entendia la letra A al principio pero no fui capaz de escucharlo entero, la señora le decía que tu abuelo era un viejo estúpido  ya que si tu te casabas con alguien por amor verdadero volverias a tu ser y los pondrías de patitas en la calle y con la renta que te dejaron tus padres al morir ellos vivían muy bien, ¿ para que querían mas? Ella dijo que le hechizo no lo tenias tu y hablo de algo de unas piedras, cada una de las piedras del castillo esas que nunca tocabas tenían un hechizo, el rechazo de la gente, la soledad, el miedo, la tristeza cada una de esas piedras estaba marcada con un color distinta a las normales, eran piedras que tu nunca tocarías porque tenían un color negro que a ti no me gusta. Entonces entendí todo. Cogí mi caballo y vine a tu castillo al principio durante la noche mientras dormías y me iba llevando una piedra marcada al día, pero un día te vi por la ventana y no pude evitar cambiar mi horario y hacernos coincidir.
¿por eso nunca cogías las piedras que yo te acercaba? -interrumpió la princesa.
Justo por eso, tu cogías para mi las mejores piedras que tenias cuando yo lo que intentaba era quitarte de encima las que te hacían mal. Cada día después de nuestros encuentros volvía a mi castillo sintiéndome un poco mas persona, durante toda mi vida mi familia, todos menos mi hermano me han tratado como un  monstruo y esto me hacia estar un poco mas vivo, sin darme cuenta de que la vida me la estabas dando tu. - Sebastian abrazo ala princesa mientras felipe los miraba embobado.
Bueno ahora me toca contarte un poco mas de lo que se a mi- dijo felipe frotándose la cabeza. Cuando tu abuelo vino a vernos al castillo yo no lo vi hasta el tercer día pero lo escuchaba, el contaba a mis padres, muy avaros también, que tu fortuna era algo inmenso y que no podríamos cobrarla hasta que no te casaras con un joven apuesto y de buena posición, les pareció una idea genial y por supuesto pensaron en mi antes que en mi hermano, yo desde mi ventana podía ver la cabaña donde tenían aislado a Sebastian y le veía irse y venir todos los días ,cada día que llegaba hacia el mismo ritual y algo extraño, mientras tu abuelo visitaba nuestro castillo el aprovechaba para salir de el y volver justo antes de que el marchara. El día que me hicieron venir, cosa que no me pareció mala idea porque tantas veces te dicen que eres un ser extraño que no me venia mal probar a ver si llebaban razón, sebastian estaba con los aparceros arreglando una cerca en el campo a si que no supo que salia, vine y cuando descubrí a donde eran sus escapadas diarias no pude evitar querer contarle al mundo lo importante que es encontrar el amor verdadero.
La princesa no sabia muy bien que hacer, se encontraba en un momento nuevo para ella, había estado 3 años sola, nadie se había preocupado por ella y de repente una persona sin conocerla quiso ayudarla, había vuelto a ser ella por fin, y era feliz, estaba enamorada de sebastian, cuando el estaba cerca su pecho se aceleraba y no podía parar de sonreír.
¿que vamos a hacer ahora?- pregunto la princesa un poco tímida.
¿que quieres hacer tu mi pequeña?- volvió a preguntar sebastian.
Felipe no puede volver a esa casa nunca mas y tu...bueno no quiero que te vayas. -contesto la princesa.
Ya pero yo todavía no he terminado mi misión ,tendría que ausentarme de tu lado unas pocas horas al día. -dijo desbastian riendo.
Vale pero volverás aquí con nosotros cada día- ordeno la princesa.
A sus ordenes mi señora- dijo sebastian mientras se montaba en el caballo y se alejaba con su piedra.
Los días pasaron y era todo genial, reian, bailaban y eran felices.
Cuando llego el día del 18 cumpleaños de la princesa cada uno de los muchachos le había preparado una sorpresa. Esta corrió abajo para ver lo que era, Felipe le había regalado un vestido con unas letras bordadas. ¿quieres saber tu nombre princesa?- pregunto felipe muy entusiasmado.
La princesa cogió la prenda y leyó: ALMA, ¿ me llamo alma? ¿ es mi nombre?
¿Acaso podrías tener un nombre mas bonito? contesto su cuñado mientras la abrazaba, sebastian le había traído un caballo , blanco precioso, ¿ es para mi? - dijo la princesa.
Este no es tu regalo princesa, tu regalo no esta aquí. la subió al caballo y los tres cabalgaron hasta un castillo de color negro, feo y triste, un castillo que sebastian había levantado con cada una de sus piedras, unas piedras malditas que se merecían a los inquilinos mas malditos que ella había conocido jamas.
Besó a sebastian y sin decirle una palabra los dos entendieron perfectamente donde se dirigían, felipe un poco despistado les siguió. Ahora recupera lo que es tuyo pequeña mía- dijo sebastian mientras la cogía de la mano.
Al llegar al castillo tu abuelo y su mujer no podían creer lo que estaban viendo, su tamaño era perfecto, era un mujer, guapa y especial, acompañada de dos chicos. Llegaron justo a tiempo, el notario de su padre estaba leyendo el testamento la princesa no lo dudo ni un segundo y se sentó en la mesa. El abuelo gritaba . PERO NO ESTA CASADA, PERO NO ESTA CASADA. Sebastian se acerco a ella y dijo: pero va a estarlo, bueno si tu quieres pequeña mía, ¿ te casarías conmigo? ella sin parar de sonreir contesto un SI que retumbo por todo el castillo, justo después de firmar lo que era suyo, ordeno a la guardia del castillo que acompañara a sus abuelos al sitio donde iban a vivir a partir de ahora. UN CASTILLO NEGRO. donde su tamaño cada día seria menor y menor , y donde serian infelices como ella lo había sido durante años. Donde ella una vez al año iría para comprobar su desdicha y para asegurarse que no había ni una pizca de amor ni felicidad en ellos.
Desde ese día los chicos vivieron juntos en el castillo de la princesa, Alma y Sebastian eran tan felices que ella nunca se había sentido así, se amaban de verdad, su vida juntos era genial.
Por otro lado Felipe había conocido a Luis el hijo de la cocinera del castillo y daban paseos interminables juntos. Se les veía tan bien.
Alma, que nombre tan bonito para alguien que lo ha pasado tan mal ¿no?  esta fue la ultima pregunta que a la princesa no la dejo pensar...
FIN

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