miércoles, 30 de marzo de 2016

Desde que viniste a por mis piedras CAPITULO 5

Amaneció en el castillo y la pequeña princesa no había dormido nada, las preguntas de su cabeza no la dejaban pensar, preguntas y preguntas que se hacia a ella misma sin encontrar la respuesta.
El día pasó lento y ninguno de los dos muchachos se dejo ver por el castillo.
La tarde caía y la princesa no podía parar de dar vueltas, impaciente, incomoda, las ropas le pesaban y le apretaban sin saber por que, de repente tubo un momento de lucidez y se dio cuenta de que al aumentar su tamaño de manera muy rápida y sobrenatural los ropajes se le habían quedado pequeños, la princesa corrió a un baúl y saco un vestido que tenia guardado de su madre, un recuerdo que le hacía entender como habían cambiado los tiempos desde entonces. Su madre era bella, inteligente y muy alegre, ella había muerto cuando la princesa aun era una niña, había pasado por una dura enfermedad y ella no dudo nunca en cuidar a su madre, eso la ponía muy triste. La tristeza la llevo a el momento que su estatura empezó a reducirse, su padre, un caballero valiente había desaparecido en combate, no supieron nada de el hasta pasados unos años, una carta del ejercito les habría comunicado la peor de las noticias, para salvar a su pelotón se había puesto en primera linea de fuego y murió. ERA UN HÉROE, ella lo sabia, al igual que sabia que su madre también lo había sido por luchar como lo hizo contra su enfermedad.
Con la muerte de sus padres, la princesa sintió un vació en su interior, su abuelo, un hombre avaricioso y un poco egoísta, la cuidaba, o eso decía el, estaba casado con una mujer mala, una mujer con poderes un poco extraños, desde que la princesa vivía con ellos, había tenido una mala vida, siempre que hacia algo propio de su edad, alguna trastada, la mujer de su abuelo la amenazaba con que como siguiera así no se haría un ser diminuto e insignificante y fue verdad, desde hacía muchos años era un chica infeliz, nunca había sentido el cariño de ninguno de los dos, es mas se sentía mas querida por el servicio que por su propio abuelo que solo hablaba de su mayoría de edad para poder casarla con un rico heredero, cuando la princesa cumplió los 15 años, justo esa noche, en la que su abuelo no estaba en el castillo,decidió escaparse para no volver mas, los guardias del castillo la pillaron saliendo a escondidas y la llevaron delante de la mujer de su abuelo, esta, en una mezcla entre enfado y satisfacción, la obligo a beberse un té, era relajante según decía la señora, ella tubo que beberlo mientras escuchaba una frase que retumbaba en su cabeza todos los días de su vida, No eres nadie, no le interesas a nadie, tu vida es tan ridícula como tu nombre, tu tamaño irá con respecto a lo que le importas al mundo.
Desde ese momento, la princesa empezó a menguar de tamaño, cada día mas pequeña y mas pequeña hasta llegar a ser tan pequeña como una de sus piedras del castillo. Su abuelo, furioso al ver el tamaño de su nieta, y entendiendo que así nadie se casaría con ella decidió llevarla a su castillo, alejado del reino donde nadie pudiera verla jamas, cuando el conseguía que algún heredero, fuera como fuera, accedía a casarse con ella, le hacia una visita para recordarle cual era su misión en el mundo. Ella siempre rechazo los planes de su abuelo. Y hasta este día, su tamaño había empezado a cambiar, ella volvía a ser la chica esbelta y aunque no era muy alta tenia un tamaño casi normal. ¿Sería porque desde que Sebastian apareció en su vida le importaba a alguien? No lo sabía pero estaba muy contenta por volver a ser ella. 
La princesa dejo a un lado los recuerdos feos de su infancia y se miró al espejo, estaba tan distinta...el traje todavía le arrastraba un poco pero no le importaba.
A lo lejos escucho el cabalgar de dos caballos ¿ dos? ¿quien vendría? Se asomo a la ventana de la almena y vio venir cabalgando, al caballo de sebastian  y justo detrás venia el caballo de su nuevo amigo, ¿ porque venían juntos? ¿acaso se conocían? ¿acaso sebastian iba a pegarla por acercarse a ella? otra vez las preguntas de su cabeza no la dejaban pensar.
Bajó corriendo las escaleras mientras los muchachos se bajaban de los caballos, sebastian cogía una piedra y la echaba a su caballo mientras el otro chico se acercaba tímido ala princesa.
Ella corrió hasta el muchacho y mientras se iba acercando se iba dando cuenta de que algo fallaba, ¿que te ha pasado? ¿ quien te hecho eso? ¿ has sido tu? pregunto la princesa mirando a Sebastián. No el no fue, el me saco de allí a tiempo- dijo el chico dolorido y con todo el cuerpo amoratado.
La princesa no sabia de su asombro no podía entender como alguien podría pegar así a otra persona.
Sebastian con postura seria, esquivo, distante se sentó en una de las piedras del castillo y respiro hondo.
¿alguien va a explicarme que significa todo esto? ¿porque tu estabas en su casa? ¿quien te pego?
Sebastian cansado dijo: tus preguntas hacen que nuestra historia sea aun mas difícil de contar.
No tengo prisa -dijo ella.
El muchacho que su abuelo había mandando para ella la cojió de las manos y le dijo: Mi nombre es Felipe , todo lo que te conté el otro día era cierto, no use mi nombre por que sabia que sebastian venia a verte, le veía salir cada día con el caballo en dirección a tu castillo, cuando mis padres trataron con tu abuelo para que yo viniera a casarme contigo, lo hicieron creyéndome un hombre, al que le gustan las mujeres, cuando vine el otro día y me hablaste de sebastian vi en tus ojos algo que me hizo creer que mis padres tendrían que saber que yo no soy esa clase de hombre y que nunca podría hacerte feliz. -contó el muchacho con la voz entrecortada mientras la princesa lo miraba fijamente pero sin dejar de mirar a donde estaba sebastian.
Dejalo ya! - gritó sebastian. No pienso hacerlo,no ahora -contestó felipe.
Cuando volví a mi casa le conté a mi madre mi historia, algo que llevaba años callándome y que no podía mas dentro de mí. Pensé que ella me ayudaría a contárselo a mi padre para que todo fuera tan fácil y tu pudieras casarte con el hombre que merecías y te merecía, pero no fué así, mi padre enfurecio y lamento no tener hijos normales como el decía. Para el somos seres anomarles, amorfos y despreciables a si que saco su fuerza a pasear y cuando me quise dar cuenta Sebastian estaba enfrentándose a mi padre y quitandomelo de encima.
¿pero... y que hacia sebastian en tu casa? ¿porque dices que tu padre cree que sois seres amorfos? ¿ tu y quien mas?
Sebastian sentado se levanto y se reía se acerco a felipe, este le paso las manos de la princesa y le dijo: ¿Te acuerdas de aquella foto que se me callo del caballo?- la princesa asintió. Pues mirala, a ver a quien te recuerda. ella la saco del forro de su falda y la miró, DIOS ERA FELIPE- sebastian se rió mientras felipe sonreía.
¿ por que llevas una foto de felipe ? ¿soys? ¿soys?
Los dos muchachos se echaron a reír a carcajadas mientras la princesa no sabia donde meterse.
Con lo lista que eres para unas cosas pequeña mía y lo lenta que eres para otras- dijo sebastian sin para de reírse.
¿entonces que pasa? ¿ que sois? - pregunto la princesa, desesperada.
Los dos muchachos se cogieron de la mano mientras sebastian se quitaba el pañuelo de cabeza.
¡OH DIOS MIO ERAN IGUALES! ah no espera, no lo eran, Sebastian tenia un ojo de cada color. aquello a la princesa le pareció tan bonito.
¡¡SOIS GEMELOS!!
Por fin sin preguntas- dijo sebastian mientras miraba tímido al suelo.
Ni se te ocurra mirar al suelo, es lo mas bonito que he visto nunca. le dijo la princesa cogiéndolo de la mano.
CONTINUARA...


lunes, 14 de marzo de 2016

Desde que viniste a por mis piedras CAPITULO 4.

Los días pasaban en el castillo de la pequeña princesa, llovía, hacía frío y avergonzada no salia ala calle, no le apetecía cantar ni bailar, no tenia ganas de nada, pero ese nada, invadía su vida día a día. Sebastian no fallo ni un día, iba, se bajaba de su caballo se acercaba lentamente a la puerta y cogía una piedra la llevaba al caballo y en vez de irse se sentaba mirando al castillo, parecía que esperaba algo, pero nunca decía nada. En silencio, se mojaba y cuando se cansaba de esperar se montaba en su caballo y salía al trote, ella lo miraba desde la ventana, cada día, escondida debajo de los cristales, ella quería salir corriendo hacía el, salir corriendo y poder abrazarlo, pero se sentía muy mal después de haber desconfiado de el y el miedo hacia que nunca saliera en su busca.
Un día escucho llegar un caballo y corrió a la ventana, no era la hora que venia sebastian normalmente pero, ¿ quien si no iba a venir a verla? ¿ sería su abuelo? OH NO! lo había olvidado, era el chico que su abuelo había conocido para que ella se casara con el, La princesa enfureció y desde la ventana le dijo: vete no pienso bajar. El joven era rubio y apuesto, tenia el pelo largo y luminosos, sus ropajes eran de un chico con posibles y su caballo estaba tan bien acomodado que parecía el de un rey. Soy hijo de uno de los hombres mas poderosos del reino, me dijeron que tenia que venir aquí para conocerla. dijo el muchacho tímido desde su caballo.  Ella lo miró un poco mas, su cara le resultaba familiar ¿quien sería? ¿donde lo había visto antes? No pienso bajar, a si que ya puedes irte por donde has venido.- gruñó la princesa.
El chico bajo del caballo e inspecciono un poco la zona, se movió con mucha curiosidad y el muro de piedras que la princesa había colocado para que a sebastian le fuera mas fácil cogerlas le sirvió de asiento. Desde aquí se ve muy bien tu castillo, es bonito, y tu también lo eres, no tienes porque bajar, no tengo prisa, la verdad es que en mi castillo me aburro, y bueno, me pareció buena idea el conocernos.- contó el chico mientras se quitaba los guantes y se acomodaba en las piedras.
¿Como te llamas?- pregunto ella. No voy a decírselo señorita hasta que no baje aquí y charlemos, además el suyo es una incógnita en el reino y no es justo que sepa el mio y yo el suyo no, no cree?
Ella sonrió, oh dios! ¿había sonreído? ¿ por que si no tenía ganas? de repente pregunto curiosa: ¿ porque quieres casarte conmigo? el rió a carcajadas y dijo, sinceramente no quiero casarme con usted, ella abrió los ojos como platos, No me malentienda continuó el joven, no quiero casarme con usted porque yo creo en el amor, lo único que no es usted mi tipo, ja ja rió el chico con picardía.¿ Como es que no soy tu tipo? ¡¡si no me has visto!! dijo ella algo molesta. No se me mosquee señorita, me consta que aunque de reducido tamaño es usted una de las mujeres mas bellas del reino, no es mi tipo porque a mi no me gustan las mujeres, por eso pensé que no seria tan mala idea venir a conocerla, mi familia me dejaría vivir en paz y yo podría conocer a una amiga. Mi abuelo dice que los hombres no pueden estar con otros hombres ni las mujeres con otras mujeres- dijo la princesa un poco asombrada. ¿Y tu que crees? pregunto el príncipe muy tranquilo. Yo creo en el amor, por encima de sexos o razas. El sonrió.
Al final la pequeña princesa se decidió a bajar, pasaron horas hablando y contándose sus vidas, OH estaba sintiendo cosas por este chico, pero era muy diferente a lo que había sentido por sebastian, ¡¡AYSSS SEBASTIAN!! pensó en alto, el chico muy curioso pregunto quien era el y como lo había conocido. Ella empezó a darle todas las explicaciones contenta e ilusionada, el la escuchaba con mucha mucha atención aunque algo  inquieto por la descripción que ella estaba haciendo: ¿Dices que lleva el rostro tapado con un pañuelo? pregunto el joven. Si, no se muy bien por que lo hace igual tiene algún problema en la cara- dijo ella preocupada, No lo creo la verdad, contesto el chico bastante incomodo, Me tengo que ir princesa. ¿Ya? se puso triste la princesa. Si tengo que irme ya, volvere a verla mañana si le parece bien- dijo el chico. ¿pero espera te un momento y conoces a sebastian que le va a gustar mucho conocerte? . - Ya le conoceré otro día, solo le pido princesa que no le cuente a ese muchacho nada de mi- contesto el chico subiéndose al caballo, ¿pero? ¿pero? dijo la princesa, pero el joven salio al galope con el caballo.
Miles de preguntas y dudas una vez mas en su cabeza,  ¿ que le había pasado a su nuevo amigo al escuchar hablar de sebastian? ¿ porque le había entrado tanta prisa? ¿ se habría molestado?
En medio de todas sus preguntas a lo lejos se escucho un caballo, era sebastian, ¿ ahora que hacia? llevaban días sin hablar, la princesa coloco otra piedra en la muralla que estaba formándole a sebastian, cerca de donde dejaba el caballo y se subió a la almena.
El llegó ,bajo del caballo, cogió una piedra de las que no estaba en el montón de la princesa y la metió en la saca del caballo. Después se acerco al castillo y se puso debajo de la ventana.
Acabo de verte abajo ¿piensas bajar?-pregunto sebastian un poco cansado. ¿ Aun sigues queriendo que baje con lo mal que me porté contigo el otro día? - se escucho la voz de la princesa desde dentro de la ventana. Por supuesto que si.- contesto sebastian.
La princesa no se lo penso y bajó a ver a sebastian, cuando se puso a su altura se dio cuenta de algo, era casi igual que el, ¿que había pasado? Veo que en mi ausencia as comido muy bien- dijo el chico riendose. Ella que no podia ni hablar solo se tocaba y se tocaba ¿como no se había dado cuenta?.
Sebastian se sento y la llevo hacia el sentadola entre sus piernas, ella nerviosa no sabia muy bien que hacer pero no puso mucha resistencia, que bien olia, que cosas le hacia sentir.
¿Que has hecho hoy pequeña mia? pregunto sebastian con voz muy dulce. Pues...Pues...He estado con otro chico. ¿de verdad había dicho eso? ¿que pensaria el de ella? -intento arreglar esa frase tan brusca contandole a sebastian como era su nuevo amigo.- solo le dio una breve descricion fisica y le dijo que era un chico muy agradable- le contó la princesa muy nerviosa y temerosa por su reaccion. Con un chico ¿eh? y ¿quien era? ¿el es ,el que te ha mandado tu abuelo?  eh...si, supongo pero no es lo que te piensas-contesto la princesa nerviosa. ¿y que es lo que me pienso? pregunto sebastian con voz de burla. Pues que yo...y el...que no hay nada, el chico es... es...-titubeo la princesa pensando en que su amigo le había pedido que no le contara nada. No tienes que explicarme nada pequeña mia, yo se mirar dentro de tu corazon y se que no es lo mismo cuando lo miras a el que cuando me miras a mi, todo esta bien pero ahora tengo que marcharme a arreglar unos asuntos familiares. ¿ya te tienes que ir?- se pusó triste la princesa otra vez,  Si tengo que ir a mi casa a averiguar una cosa. Ella no creia lo que le estaba pasando, ¿porque los dos habian salido corriendo al escuchar hablar del otro?
¿que estaba pasando? Sebastian la levantó y se levantó con ella, la cogió por detras, y le dio un par de vueltas en el aire, luego le dió la vuelta, y se la puso muy cerca del pañuelo de su cara, la princesa le miraba el alma y le dijo: siento mucho lo de estos días atras, perdoname por favor. el la subió hacia arriba y la abrazo con fuerza. Te he echado de menos- le dijo mientras la tenia entre sus brazos.
Monto en su caballo y salió al galope.
CONTINUARA...

viernes, 19 de febrero de 2016

Desde que viniste a por mis piedras CAPITULO 3

¡¡¡¡20 centimetrosss!!!! ¿ pero que le estaba pasando? ¿ seguiría creciendo? ¿ acaso sebastian tenia un antídoto?
Ese día la pequeña princesa, cantó, bailó, y se contoneo por todo el castillo, hacía mucho que no salia de allí y no estaba muy puesta en el tema de la música pero ella no lo necesitaba, inventaba un tema y otro con lo que le pasaba cada día y encontrar palabras que rimaran son sebastian, le estaba costando bastante. Pero no le importaba, ella cantaba y cantaba, algunas de amor y otras marchosas que le hacían soltarse la melena.
Estos días, la princesa sentía que las cosas iban a cambiar, que todo había dado la vuelta en su vida, se levantaba por las mañanas con ganas de vivir, y eso hacia mucho tiempo que no le pasaba.
¿ era feliz? pues no lo sabía, porque hacia tanto tiempo que no lo era, que se le había olvidado la sensación de serlo, el caso es que sonreía y eso era nuevo para ella.
El día había amanecido de un azul increíble, los pajaritos cantaban como nunca lo hacían, todo apuntaba que sería un día genial. Pero de repente algo cambió, un caballo se acercaba al castillo, ella pensó que era sebastian y se puso muy contenta pero no, no era el, el caballo no era negro, era marrón, grande y brusco, era el caballo de su abuelo, ¿ que quería ahora? hacía mucho que no la visitaba, el nunca traía buenas noticias, ¿ que podría esperar?
SOOOOOOOOO!!!!dijo el abuelo con su voz desagradable.¿ que pasa niña, no vas a venir a darle un beso a tu abuelo? ¿ acaso tus pequeñas piernas no te pueden traer hasta aquí? - rió con sorna el viejo.
La pequeña sin muchas ganas, se acercó a su abuelo, el la cogió y le beso la cabeza, luego la dejo en el suelo otra vez.
¿Que te trae por aquí abuelo? - preguntó la princesa a su abuelo. ¿ No puedo venir a ver a mi nieta querida?- dijo el abuelo.
Se metió dentro del castillo y se sentó en un butacón que había al lado de la ventana de al almena. Ella arrastro una silla al lado de su abuelo y se subió como pudo a ella, sin ayuda, sola, como siempre.
¿ y cuéntame hija mía, ha pasado algo interesante? te veo distinta.- dijo el viejo mientras fumaba de su pipa , ese tabaco que olía tan mal. Pues la verdad abuelo es que algo si que ha pasado- contesto la princesa, deseosa de contarle a alguien lo que le había pasado con sebastian.
JAJA, ¿que te va a pasar bueno a ti aquí?-tosía mientras hacía la pregunta.La princesa agacho la cabeza y pensó que era mejor no contarle nada a su abuelo sobre sebastian pero de repente su abuelo dijo: A lo que vamos, hace unos días un chico vino a pedirme tu mano, le di el consentimiento para venir a visitarte, en cuanto venga, mantenme informado. ¿ o acaso ya vino?.- ¿Pero abuelo?- dijo la princesa. De peros nada,¿crees que alguien vendría a verte a ti si yo no le digo donde estas?, ademas que tu haces lo que yo te diga, y punto.- farfullo el abuelo, ya abuelo¿ pero es que?- dijo ella medio llorosa. ¿ que? ¿ todavía piensas que alguien va a quererte tal y como eres? ja ja inútil niña tonta, igual que tu abuela y tu padre, pero míralos a ellos muertos, y así estarás tu ,como no encuentres pronto un marido, cada día estas mas pequeña. Cuando venga el apuesto príncipe, me lo haces saber ¿ queda claro? - decía el abuelo mientras se dirigía ala puerta dándole explicaciones a la princesa: no seas contestona, se obediente si quiere vino le das vino y si quiere diversión, también se la das, se sumisa por una vez en tu vida, este chico es poderoso, no te digo mas,¿ te ha quedado claro? Si abuelo, pero ¿y si me preguntan como me llamo que les digo? pregunto la princesa triste. jajajaja te aseguro a ese chico, no le importa tu nombre, le importa tu apellido.- se subió al caballo y zarpo sin mirar atrás.
Y allí quedo la pobre princesa que volvía a sentirse diminuta, corrió dentro  y se midió ufff menos mal los 20 centímetros del día anterior seguían intactos.
¿Y ahora que? ¿vuelta a empezar? ¿ como sería aquel chico? ¿ que pasaría si un día se junta con sebastian? un momento.... el abuelo dijo hace unos días, unos días ¿cuantos? ¿ acaso seria sebastian el chico que habia mandado su abuelo para ella? pero el parecía distinto, no parecía alguien que solo se interesara por su dinero, ¡¡¡dios!!! ¿sería sebastian ese chico? Ella no quería un chico mandado por su abuelo, no no y no, se negaba en rotundo a compartir su vida con alguien que fuera a fin a su abuelo, otra vez las dudas y las preguntas no le dejaban pensar.
A lo lejos, un caballo negro, era sebastian ,que acudía como cada día a por una de sus piedras. La princesa cogió una de las piedras que tenia al lado y la puso al lado de la que había acercado el día anterior.
El llegó y bajo de su caballo, venia silbando, se le notaba feliz pero ella no estaba para fiestas.
¡Coge tu piedra y vete!- dijo la princesa de brazos cruzados. ¿ como? - dijo el. Lo que has oído, coge tu piedra y vete de aquí, ¡no quiero verte mas!- contesto ella mirando al suelo con los ojos brillosos de lagrimas. ¿ pero, que ha pasado? contesto sebastian nervioso. Dímelo tu, ¿ cuando pensabas decirme que te manda mi abuelo? ¿ cuando?- dijo la princesa llorando muy enfadada. Cuando sebastian la vio llorar corrió hacia donde la princesa estaba y se puso de rodillas delante de ella.
¿Que te pasa?, no conozco a tu abuelo.- dijo el.¡MIENTES!- grito ella. ¿ como puedo demostrarte que no conozco a tu abuelo? - pregunto desesperado sebastian. Enséñame tu cara- dijo ella enfadada mientras volvía a coger el trapo negro con sus manos diminutas. ¡NO! grito el, aprenderás a confiar en mí, mi rostro lo veras a su tiempo y si no te interesa cada tarde que venga a tu castillo a por tus piedras no salgas a verme, pero respeta mi forma de hacer las cosas. - dijo esto cogió una piedra de las de cerca del castillo ignorando la que ella le había acercado y se subió al caballo. ¿ te vas? - dijo ella llorando. Si, creo que tienes que aclarar un poco tus ideas, no puedes ser así. - dijo sebastian con voz de defraudado.
¡¡Vale, vete!!! No quiero aquí mas príncipes mandados por mi abuelo, ¡¡NO VUELVAS MAS!! - grito la princesa enfadada.
Te estas equivocando conmigo, pienso volver mañana, y todos los días hasta que me haya llevado todas las piedras y seas tu la que te vengas conmigo- repitió el hizo una pausa y añadió: pero a mi manera, no a la tuya. Piénsalo- puso el caballo de espaldas y cuando estaba apunto de salir al galope, se volvió y le dijo: Igual no tiene sentido ,por que, ahora mismo no quieres ver por encima de tus preguntas, absurdas, pero anoche soñé que tu nombre empezaba por A- y salio galopando con su caballo sin mirar atrás´.

¿ por A? ¿ sería cierto que su nombre empezaba por esa letra? pero espera... ¿ le interesaba su nombre? sebastian no era el muchacho del que habló su abuelo, ¿ como podía haberse portado así con el? y una vez mas miles de preguntas no la dejaban pensar.

CONTINUARA....

miércoles, 17 de febrero de 2016

Desde que viniste a por mis piedras CAPITULO 2

Se hizo de día en el castillo de la pequeña princesa, ella, que no había dormido mucho salto de la 
cama como una loca, se peino sus cabellos, y se puso su vestido preferido, aquel que todos los 
príncipes que su abuelo, mandaba para ella detestaban. Cuando estuvo lista arrastro su caja de música al sol como cada día y coloco una piedra cerca de ella. Bailo y canto. Se sentó en la piedra, casi se
 duerme encima de ella, pero el no venia, ¿ le habría pasado algo? ¿ No había entendido quizás lo que dijo al marcharse? ¿Como iba a venir a llevársela? Si no la conocía de nada. ¿ Porque había sentido
 eso? ¿ acaso su abuelo lo había mandado para hacerle mas daño? Preguntas y mas preguntas sonaban en su cabeza sin respuesta, nunca la tenían, solo ella podía imaginarse las contestaciones pero casi
 nunca sabia si estaba en lo cierto. Cansada de esperar empujo la caja hacía el interior del castillo, 
cuando estaba ya casi dentro, escucho el galopar de un caballo, a lo lejos. 
No sabia que hacer, miraba hacía los lados, ensayando una y otra vez el discurso que se había preparado para cuando el llegara. 
¿quien eres? ¿Sebástian? No conozco a nadie que se llame así, y mira que por aquí pasa mucha gente.¡¡¡ Bah!!!! era absurdo, ni siquiera sabia si el se acordaría de que ella existía.
Sebástian llegó, ato al caballo a un árbol, vio la piedra que la princesa había colocado cerca ,pero la paso por encima, y se agacho a por otra que estaba mas cerca de la puerta donde estaba la 
princesa, desde el suelo ella lo miro enfadada, y le dijo: ¿acaso no has visto que te he dejado la piedra cerca de donde ataste tu caballo?, ¿acaso tu no has visto que he cogido la mas cercana a ti?-dijo Sebástian sonriendo. Ella no sabia si sonreírle o seguir con semblante enfadado. Pero yo quise
 ahorrarte el trabajo de venir hasta aquí a por ella-contesto por fin la princesa. 
El muchacho con gesto de resignación se sentó en el suelo al lado de donde estaba la princesa y acto 
seguido la cogió y se la sentó en las rodillas, ella se dejo.
Hablaron durante un buen rato, rieron juntos y se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común, ella pensó varias veces en su abuelo ¿acaso mandaría su abuelo a alguien tan diferente? Sebastian
 solo contestaba alas preguntas que le parecían oportunas,de la curiosa de la princesa, el no podía 
entender como había sido posible que la princesa olvidara su nombre. Ella triste por no poder darle
 una respuesta,se limito a mirar hacia abajo, mas abajo todavía. El muchacho al verla mirar al cercano suelo,le levanto la cabeza con su dedo y le dijo: tenemos todo el tiempo del mundo para que lo 
recuerdes,y si no lo haces podemos ponerte otro nuevo, otro que te guste mas. La princesita sonrió 
coqueta. 
No podía ser todo tan bonito, a ella nunca le pasaban cosas asi,la vida no tenia para ella un cuento con final feliz y eso ella lo tenía muy presente. Para ocultar su tristeza la pequeña preguntaba y preguntaba sin parar para que Sebastían pudiera contestarle, tampoco lo hacía. Contesto a muchas de ellas, le contó que venia del
 norte, pero no para que, todo a su tiempo-decía cuando no quería contestarle a las cosas. Ella se preguntaba porque el no le hacía ninguna 
pregunta sobre ella. ¿ porque no me pregunta que hago aquí sola? ¿ porque no le extraña mi pequeño tamaño? ¿ acaso no ve?. 
Preguntas y mas preguntas unas a ella misma y otras como esta ultima a el.  ¿Acaso no ves?- pregunto por fin poníendose de pie encima de sus rodillas. Si, que veo-dijo sebastian riéndose. ¿ y puedes ver bien con ese trapo en el rostro?- volvió a preguntar. Puedo verte a ti señorita preguntona- contesto el. Ella no pudo evitar sonreír y el dijo: y 
puedo ver que tienes una sonrisa muy bonita. Ella sonrojada, y adecentándose un poco el pelo dijo: 
Yo la tuya no se como es ¿ no me vas a dejar verla nunca?, todo a su tiempo volvió a contestar él. 
Silencios y risas inundaban aquel bosque retirado cuando sebastian cogió ala princesa acaricio su pelo y la dejo en el suelo. Ella no sabia que hacer no quería que se fuera, no quería quedarse sola otra 
vez, pensando en el. Esperando a si el día siguiente volvería para llevarse otra de sus piedras, tenía miedo, miedo a no volverle a ver, preguntas y mas preguntas rondaban su cabeza. 
El muy tranquilo cogió la piedra y la metió en un saco que tenia en el caballo. Iba a subirse al caballo cuando se paro delante de el. Giro la cabeza con su rostro tapado y volvió a andar en dirección a la princesa, ella inquieta, loca,nerviosa no sabia que pensar. ¿ acaso se la llevaría ya con el? El se arrodillo delante y con voz muy suave le dijo : no pienso dejar de venir hasta que me haya llevado todas tus piedras y entonces seas tu la que te vengas conmigo. Dejo a la diminuta princesa sin palabras monto en su caballo y entonces ella le grito: ¿ tu nunca me haces preguntas?, ¿como?- dijo el desde su caballo. ¿que si nunca vas a preguntarme porque son así de pequeña?- pregunto ella con voz entre cortada. ¿ pequeña? Yo te veo mas alta que ayer pequeña mia.- sonrió sebastian mientras salia cabalgando con su caballo. La princesa corrió dentro de sus castillo y al ponerse en la pared donde se había medido desde que toda la maldición empezó, se dio cuenta de algo alucinante, era cierto...había crecido 20 cm mas que ayer. Y de repente otra pregunta sin respuesta ¿ que estaría pasando?

CONTINUARA...

martes, 16 de febrero de 2016

Desde que viniste a por mis piedras.

Erase una vez, que se era, una princesa hechizada, vivía en un castillo enorme ,que le quedaba grande, por su pequeño tamaño, la princesa era bonita y simpática ,pero tenía una maldición, la enorme insistencia de su abuelo a que encontrara novio había hecho que la princesa no fuera feliz. Cada uno de los príncipes que su abuelo mandaba, para ella, al castillo ,la habían hecho disminuir de tamaño de una forma sobrehumana. Era pequeñita, tan grande como un peine. Todo le venia grande y se sentía impotente ante todo en su enorme castillo. Su abuelo avergonzado por el fracaso de la princesa con sus tres maravillosos príncipes había decidido castigarla obligandola a estar sola. Ella no recordaba ni siquiera su nombre, no sabia quien era y que era lo que le hacia feliz. Solo había dentro del castillo una cosa que todavía le hacía feliz , una caja de música, que su madre le había regalado antes de morir. Le encantaba tomar el sol y arrastraba su caja hasta la puerta del castillo cada mañana, ese día sin saber lo que encontraría, lo volvió a hacer, tomo el sol, canto y bailo, era un día mas en su aburrida y triste vida, cuando de repente , vio a alguien acercarse por el bosque subido en un caballo negro precioso, oh! era un chico, que nervios, y yo con estos pelos, pensó la princesa, al acercarse el muchacho tenia la cara tapada con un trapo negro, no podía intuirse nada de su rostro, la princesa pensó que seria otro mas de los príncipes que su abuelo mandaba para casarla y se escondió. el muchacho bajo del caballo cogió una piedra del castillo y se volvió a subir al caballo, cuando se iba se le cayó un porta retratos, al lado de la pequeña princesa, era tan guapo, tenia algo que no podía explicar. No parecía mandado por su abuelo, ¿que hacia con esa piedra? Vaya! no la había visto, algo normal en la gente que pasaba por su castillo, de repente una voz inexplicable salio de la pequeña princesa, Oye!!! se te a caído esto!! el chico miró pero no vio a nadie, ¿Quien me habla?- dijo desde su caballo. La princesa, tímida , dijo,- Mira abajo, si es que ves con ese trapo.  El chico bajó del caballo y miro con asombro a esa personita que tenia en sus pies.Se agacho y la cogió con sus manos, la princesa se movía inquieta, gritaba y gruñía, pero a el le dio igual. Ese ser era lo mas bonito y mas extraño, a la vez que, había visto en su vida. la princesa tras varias veces a punto de caer al suelo desde las manos del chico se canso de luchar y se sentó despeinada en la palma de su mano. El no paraba de mirarla y sonreír detrás de ese velo negro y ella lo miraba casi sin parpadear. Pensó ¿igual me come? ¿ que tendrá debajo del pañuelo ? ¿ será el mismo chico que en el retrato? Ella acostumbrada que su vida fuera un mar de dudas y preguntas sin contestar. creyó que intentar verle la cara sería lo mas lógico. Salto y tiro del pañuelo. El chico, brusco apretó la mano y aparto a la pequeña princesa de su cara. Bajándola al suelo. NO! grito el, no tengas tanta prisa,
pequeño ser extraño.-digo el chico enfadado. ¿ que tienes debajo de pañuelo? ¿eres el chico de la foto? ¿ por que te escondes? quiero verte ya! -dijo la princesa saltando hacía el. Las cosas no nos siempre cuando usted quiere señorita- dijo el muchacho un poco molesto. ¿ porque te llevas mis piedras?- dijo la princesa enfurruñada, ¿acaso las necesitas? - contesto el chico. Ella tubo que callarse. En realidad le sobraban todas y cada una de ellas, Las odiaba, detestaba su temperatura, y su olor a hierva. Entonces agacho la cabeza y sonrió. ¿He podido ver una sonrisa?- dijo el chico, NO! no me he reído- contestó ella volviendo a hacerlo. El chico cogió un pequeño mechón de pelo de la princesa y se lo colocó detrás de la oreja.Y ella sintió algo en el pecho. Se apartó corriendo de el muchacho y el la respetó. volvió a subirse a su caballo y una vez arriba la princesa le dijo: te dejas esto, no, no me lo dejo, es un préstamo- dijo el,¿ Cuando te lo devolveré? dijo ella. No pienso dejar de venir, ahora ya no.-contesto el chico desde su caballo. ¿a llevarte las piedras? pregunto la princesa muy curiosa.  Si, hasta que ya no quede ninguna,y entonces seas tu la que te vengas conmigo.- dijo el chico mientras se alejaba  en su caballo. La princesa sin saber muy bien si había escuchado bien se quedo perpleja, con la boca abierta. ¿como te llamas? dijo ella gritando...a lo lejos se escuchó: SEBÁSTIAN ....ay!!! sebastian....

CONTINUARÁ...

miércoles, 3 de febrero de 2016

CARNE DE METRO CAPITULO 3: LA MEYBELINE


Hola pueblerinos ¿como llevamos la semana?
La mía muy estresada con esto de los carnavales no paro ni un segundo. Pero, tengo que contaros algo que no puede esperar.
Hoy os traigo otra entrega de mi ya famosa sección CARNE DE METRO y os voy a contar mi experiencia con otro espécimen, encontrado en mis viajes al trabajo.
Hoy en carne de metro : LA MEYBELINE
La meybeline es esa chica muy mona que se dirige  , creo, a trabajar o a una cita con el mismísimo Rubén cortada. A esta chica no le ha dado tiempo en su casa a terminar de prepararse a si que ha adquirido la habilidad de hacerlo en el metro.
Podemos catalogar a la meybeline como una tía simple, plana y sin muchas aspiraciones en la vida ,pero su talento innato para maquillarse en el metro es algo que a mi me deja patidifusa.
Ayer me dirigía yo a mi trabajo ,como cada día del señor, esperando el metro pensé cual seria la historia que me ayudaría a volver a escribiros en mi blog. Me monto en el metro y ahí estaba ella… castaña clara, casi, rubia, con una melena bien peinada alisada a tabla de planchar, como hacían un par de amigas mías cuando mociqueabamos.
Hay dos variantes de meybelines , las que llevan pantalón negro ,que eso me inspira un poco mas de confianza en la sociedad juvenil del país, puesto que pantalón de pinza negro, casi siempre ,quiere decir que va a trabajar, y que no es tan corta la muchacha y las que van vestidas de calle normal, de estas prefiero imaginarme que van a tener una cita con alguien o que van hacerse un reportaje de fotos o algo así.  Bueno a lo que íbamos que me disperso.
La de ayer ,cuando yo entre al metro, ya se había quitado la manta esta de cuadros que se llevan ahora y  tenia puesta la careta de maquillaje ,que parecía una muerta embalsamada, no se si esa la traía de casa o venia desde pitis y le había dado tiempo a maquillarse así,con rodillo y cubito.
En una mano, un espejo pequeño redondillo de esos de lo que te dan en las bodas o en las fiestas del ron. En las piernas el bolso/maleta/contenedor/puerta astral oculta ,abierto.  Y en la otra mano, y ahora viene lo mejor,  dos rímel ¡¡dos!! Entre los dedos, y vosotros os preguntareis ¿con que mano se da el rímel? Con la misma que tiene los dos rímeles, cogidos como si fuera un velociraptor con garras, un rímel para la largura y otro para el espesor.  Abría uno con la otra mano se daba una pasada, lo cerraba ,abría el otro se daba y lo cerraba así como 5 o 6 veces cada uno de los dos… se dejo las pestañas para abanicar a todos los marajas de marruecos y parte de la india.  Que seguro que si la ver Carmena la llama para que parpadee y disuelva la capa de contaminación que cubre los cielos de Madrid.
Termina con las pestañas y yo flipaba con su habilidad para no haberse manchado ni un poco el parpado que a su vez no podía pesarle mas seguro… yo diciendo “venga, venga, sigue que me tengo que bajar en dos paradas”.
Pues yo en mi enajenación mental pensaba ,no se puede pintar la raya del ojo así… es imposible pues bien antes de que mi duda se disipara ,suelta los rímeles y saca otro! Otro rímel ¿ para que? Pues para darse brillo … que yo eso no sabia que existía ,que parecía que tenia las pestañas barnizadas.
Acto seguido, coge un eye liner liquido del bolso/maleta/contenedor/puerta astral oculta y yo digo “ ya veras como se va a poner la gachona de pringue negro, que atrevida mi ignorancia ,otra parada y se escucha : “ ATENCIÓN estación en curva, al salir, tengan cuidado para no introducir el pie entre coche y anden”  y yo relamiéndome…pues mira, termino de pintarse las dos rayas de los ojos como si picasso pintara, las caras esas raras que pintaba el. Que yo pienso en como mi madre se pinta el eye liner y me dan ganas de decirle a la muchacha que se venga a mi casa a darnos una master class.
En ese momento yo que estoy completamente embobada y me tengo que bajar no se si aplaudirle y besarle la frente por la demostración de maquillaje que me acaba de dar. Luego me planteo decirle “TU SI QUE VALES , TU SI QUE VALES” en ese momento recuerdo lo de “estación en curva” y dio : ¡¡OSTRAS  CUIDAO CON EL PIE ENTRE COCHE Y ANDEN!!

viernes, 22 de enero de 2016

CARNE DE METRO CAPITULO 2: LOS ABUELOS MAQUINEROS


¡¡¡Buenos días pueblerinos!!! ¿como va la vida por ese tranquilo y relajado pueblo? Seguro que hay alguno que me echa de menos, pero, yo sigo mi camino en esta selva de contaminación. Orgullo de ser de pueblo, ni que decirlo tengo, pero por si alguno ve lo de pueblerinos algo despectivo, se confunde. Mi blog siempre va dedicado a mi gente, a mis fieles que siempre me han seguido y a los que siempre están ahí, los que me piden que escriba y los que aunque mi vida no les interesa lo mas mínimo ( y yo que me alegro) se meten y me cotillean un poco. Utilizo el termino pueblerino, por si queda alguna duda, porque estoy orgullosa de ser de pueblo y del mas bonito de el mundo entero, y porque se que todos y cada uno de vosotros tenéis un pueblerino dentro, ese pueblerino que os grita por dentro cuando ve una cosa que no le cuadra o que no esta acostumbrado a ver.
Y eso es lo que me pasa a mí cada día que amanece en Madrid, dicen que es una ciudad con una variedad increíble de etnias y culturas, cierto, que la gente va a su bola, cierto, que alguien puede ir vestido de pollo ,que nadie lo mira, cierto. De ahí mis ganas de escribir todo el rato sobre las cosas que me pasan y que me recuerdan a cuando nuestros abuelos araban las eras con el trillo y la mula.
Hoy vamos a volver a analizar a una clase de personas que me encuentro cada día en el metro.
CARNE DE METRO
CAPITULO 2: LOS ABUELOS MAQUINEROS.
En este capitulo de carne de metro voy a contaros algo que a mi me deja alucinada, Yo pienso en mis abuelos y jamas puedo imaginarlos subiendo y bajando metros, cambiándose de parada, explicando entre señas y aspavientos el transbordo que tiene que hacer un guiri 50 años menos que ellos que solo habla ingles. Entiendo que son personas que han vivido aquí toda la vida y que están acostumbrados a hacerlo, pero no deja de sorprenderme.
Dentro de los abuelos que van en el metro yo me he cruzado con varios tipos de ellos.
Las instrucciones básicas que al llegar algún/a amig@ me dio fueron entre muchas otras:
- Si no tienes prisa, sube y baja escaleras por el lado derecho, el izquierdo es para el que salio tarde de su casa y tiene mas prisa que una choni en la cola del berska.
- Deja salir antes de entrar.
- No subas ni bajes cuando escuches el pipipipipipi ( que te pilla la puerta y mueres)
- (este es el punto al que me refiero) Cede tu asiento a ancianos o personas que lo necesiten mas que tu .
Y he aquí el kit de la cuestión, cuando tu harta de todo el día, vienes o vas a casa, y entra en tu vagón de metro una persona mayor te levantas de tu asiento y se lo cedes. Pues bien vamos a analizar lo que hacen varios tipos de abuelos:
1.El/la desagradecido: este señor o señora en cuestión es ese que se sube ya quejando se de que toda la juventud esta sentada y le va a tocar ir de pie, esto lo hace en voz alta diciendo cosas como: vaya ahora no me puedo sentar con lo mal que tengo las piernas, entonces tu haciendo caso a las valiosas palabras de tus amigos los que entienden de que va la vaina en la ciudad te levantas y le cedes tu sitio, ¿ de buena gana? pues no, de buena no se lo cedes pero tienes que hacerlo si quieres conseguir el carnet de buena ciudadana y quieres que el karma te lo devuelva sentándote al lado de un actor buenorro de la tele. El caso es que una vez que te levantas en vez de darte las gracias escuchas un, ya era hora que vosotros no estáis tan cansados como yo, cuando tengáis mi edad, ya os acordareis de mi. En este caso te dan ganas de pisarle ala señora o señor el baston y provocar un accidente pero luego recuerdas lo del karma y sonríes.
2. El orgulloso: Este es genial me encanta encontrarme con gente así, estos abuelos no quieren que les dejes tu asiento porque creen que no lo necesitan y que los ves débiles, te dicen cosas como, no si yo voy bien de pie o tampoco soy tan viejo, al final tras insistir varias veces se sientan y cuando lo hacen hasta suspiran en plan lo necesitaba pero no soy tan mayor ¡¡¡aaaaaaaaainnnnnsss!!!!
3. El agradecido: que son la gran mayoría de ellos, Esta persona esta tan agradecida contigo que te sonríe y te da las gracias como mil veces antes de que te bajes o te va dando conversación. ¡¡Asi da gusto!!
Dentro de este ultimo grupo os voy a contar lo que me paso el otro día en el metro cuando me dirigía a trabajar, yo llevaba dos paradas ya sentada en mi sitio y me quedaban otras 7 para llegar a mi destino, cuando en una de ellas se sube un matrimonio, iban cogidos de la mano y muy sonrientes, yo me levante y le cedí el puesto ala señora que era la que estaba mas a mi lado, otra chica enfrente de mi también se levanto y se lo dejo al señor, a mi lado iba una mujer que insistió en que se sentaran juntos y ella se ponía enfrente, pues bien, con todo el tangai que liamos al final teníamos ala pareja de abuelitos sentados juntos, agradecidos y sonrientes, no se soltaron de la mano en todo el rato, el señor le besaba la mano todo el rato y le decía cosas como que hoy se había puesto muy guapa, fueron buscando asientos libres parada por parada para que nos pudiéramos sentar, el señor me dijo de llevarme el macuto para que no me pesara, cosa a la que me negué, por supuesto. No paraban de reír, no paraba de hacerla reír, la mujer miraba al suelo y cuando el era consciente ya le había dicho alguna tontería para que ella se riera y le dijera "estas muy tonto, con lo mayores que somos", ¡¡que vergüenza!! me decía la señora mientras me miraba sonrojada. Por fin consiguieron sentarnos alas dos y cerca de ellos no paraban de hablarme, el señor me pregunto donde iba y que tenia cara de no ser de madrid. Yo escueta en palabras y alucinada de ver algo así contestaba a sus preguntas. Se bajaron una parada antes que yo, la del hospital, y me quede con muchas ganas de desearles que no fuera nada ya que el iba con un sobre marrón del hospital, ganas de decirles que me habían alegrado el día, y que ojala a mi algún día alguien me mire y me trate ,como ese señor trataba a su mujer. Y volví a esa frase que desde hace muchos años retumba en mi cabeza:
DOS PERSONAS QUE SE HACEN REÍR TIENEN DERECHO A TODO.